Frustración de Calderón ante narco, dice Obama

El presidente estadounidense consideró a las bandas del narcotráfico un problema serio y un reto importante, ante el cual los dos países van a tener que trabajar conjuntamente por un “tiempo prolongado”

El presidente de Estados Unidos, Barak Obama, advirtió que el mandatario mexicano, Felipe Calderón, tiene una justa frustración por el fortalecimiento de los cárteles de las drogas, y por ello ha reclamado mayor participación en la lucha contra el crimen organizado. Seguir leyendo «Frustración de Calderón ante narco, dice Obama»

Estado, seguridad nacional y cooperación multinacional.

Ricardo Márquez Blas.- Maestro en Ciencias Sociales, por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO)

I. Estado y seguridad nacional

Las sociedades modernas resultan inimaginables sin el Estado y sus instituciones. Para aquellas y éste, la seguridad nacional es un imperativo irrenunciable. Aún en ausencia de condiciones objetivas para la verificación de situaciones consideradas como típicas de riesgo para la seguridad nacional, tales como conflictos armados con otros países o enfrentamientos entre grupos internos que dirimen por medios no institucionalizados la titularidad y capacidad de conducción política, ningún Estado moderno, y menos aún sociedad moderna alguna, pueden prescindir de instituciones, estructuras y organizaciones responsables de velar por su propia seguridad.
La función de protección y seguridad es una de las tareas fundamentales del Estado. Más aún, la seguridad nacional forma parte de un conjunto de bienes públicos sin los cuales no puede haber condiciones para la convivencia colectiva y, mucho menos, para el desarrollo armónico de las sociedades. En este sentido, la seguridad nacional forma parte de las funciones y actividades consideradas “bienes públicos puros”, “actividades exclusivas del Estado” o “funciones estatales de orden superior”.
Desde luego, ni la estabilidad del Estado ni la seguridad de la nación residen exclusivamente en sus instituciones y órganos encargados de detectar, investigar, evaluar y neutralizar amenazas y riesgos, sino más bien en la continuidad, consolidación e inclusión de un conjunto de recursos provenientes de diversas fuentes de poder social, que dan origen a su existencia, moldean su estructura y organización, dan dirección y sentido a su funcionamiento e imprimen de contenido específico a sus políticas públicas.

Las relaciones entre Estado y seguridad nacional deben ubicarse en el horizonte del desarrollo y consolidación en el largo plazo de instituciones propias de las sociedades modernas. La seguridad nacional, como institución y función estatal, forma parte de las relaciones de interdependencia funcional del conjunto de instituciones políticas, económicas, sociales y culturales que configuran la modernidad en los vínculos entre Estado y sociedad.

Al hacer referencia a las relaciones entre Estado y seguridad nacional, al menos en el plano de los procesos históricos de su emergencia y consolidación, es claro que no se trata sólo de la seguridad del Estado, sino de la nación misma. Históricamente, la seguridad nacional ha estado íntimamente ligada con el Estado moderno. Éste, como es sabido, emerge con vocación de Estado-nación. Si bien el proceso histórico de construcción de estructuras estatales antecede a la nación como tal, por medio de ese mismo proceso –además de la delimitación y defensa de espacios territoriales- también fue posible promover la cohesión e integración nacionales como factores necesarios para su consolidación y preservación, reforzando así sus pretensiones tanto de Estado soberano como de Estado-nación.
Los procesos de construcción de estructuras estatales no son los mismos que los correspondientes a la edificación de la nación. Una de las conexiones históricas, funcionales y lógicas más importantes es precisamente la función institucional de la seguridad nacional. Si atendemos a los procesos históricos, la seguridad del Estado, al permitir la consolidación de sus estructuras y la preservación de sus fines, contribuyó también a los procesos de integración nacional. De tal forma, como procesos histórico, la seguridad nacional abarca simultáneamente al Estado y a la nación.
No extraña, por ello, que la creación y consolidación de instituciones y organizaciones responsables de la seguridad nacional haya sido consustancial a la emergencia y evolución del Estado nación. Si bien es cierto que el Estado moderno, en tanto forma de organización política específica, vigente en determinada área territorial determinada por trazos fronterizos conocidos –cuyos habitantes representan un conjunto social sujeto a derechos y deberes que emanan de un ordenamiento jurídico – político específico- aparece en Europa a finales del siglo XV y principios del XVI, las modernas ideas acerca de la nación y el nacionalismo aparecieron hacia la última parte del siglo XVIII, y los Estados-nación emergieron como fuerzas mayores sólo hasta la segunda mitad del siglo XIX. De manera similar, las labores de inteligencia desarrolladas por entidades responsables de la seguridad nacional, en tanto actividades legitimadas, organizadas y llevadas a cabo por un conjunto de instituciones específicas y permanentes, datan de la segunda mitad del siglo XIX.
II. Seguridad nacional e inteligencia. Legitimación e institucionalización.
Históricamente, el punto de inflexión del tipo de actividades características de los modernos servicios de inteligencia está en su institucionalización y legitimación, expresado en un conjunto de organizaciones específicas de actividad continua, especializadas y legitimadas. Esto data de la segunda mitad del siglo XIX. Posteriormente, el aumento en número, tamaño y complejidad organizativa de éstas, llevó a conformar lo que ahora genéricamente conocemos como: “comunidad de inteligencia, servicios de inteligencia o inteligencia organizada”; es decir, al conjunto de organismos especializados en asuntos de seguridad nacional, que es un fenómeno del siglo XX.
Desde luego, formas primarias de ciertas funciones y actividades características de los actuales servicios de inteligencia pueden ubicarse en tiempos remotos, usualmente asociadas a pretensiones de construcción de comunidades políticas, objetivos de conservación y ampliación territorial, así como áreas de dominio e influencia política y económica; pero es hasta la segunda mitad del siglo XIX cuando dichas funciones y actividades empiezan a ser agrupadas y ordenadas en organizaciones específicas y especializadas. Éstas, en tanto tales, son una innovación victoriana.
Hasta antes de esa época, en efecto, las guerras mostraron la gran utilidad del tipo de información que podría catalogarse como de inteligencia, pero contribuyeron poco a su institucionalización y legitimación. Más por aquellos tiempos el término inteligencia era sinónimo de información. Desde luego, no cualquier tipo de información, sino fundamentalmente aquella relativa a países enemigos y complots internos. No se le asociaba ni se le concebía como conjunto de institucionales gubernamentales legítimas, de actividad continuada y especializada, tanto para asuntos internos como externos, separadas de otras áreas oficiales de toma de decisiones y también de embajadas y otras oficinas radicadas en el extranjero.
Esto no sucedió sino hasta la segunda mitad del siglo XIX, cuando evolucionaron como áreas especializadas en la estructura de mando de los ejércitos modernos, orientadas fundamentalmente hacia el monitoreo de los planes y pretensiones geoestratégicas de otros países, la situación en que se encontraban sus fuerzas armadas y las condiciones internas de sus respectivas sociedades, por un lado, y por otro, dentro de organizaciones policiales, como áreas de indagaciones, vigilancia y operaciones secretas, en estos casos orientadas esencialmente a la detección de conspiraciones internas de grupos u organizaciones que buscaban la sustitución o desestabilización del gobierno en turno, ya sea con la colaboración y apoyo de otros países –y recursos provenientes de ellos- o bien como pretensión exclusiva de grupos internos.
Por ello, desde siempre, la seguridad nacional ha implicado componentes internos y externos. El sistema interestatal y el orden internacional que emergieron con el modelo de Westfalia, cuya vigencia práctica se extiende de 1648 a 1945, implicó que el “dilema de seguridad” que debían enfrentar los distintos Estados tenían componentes internos y externos y, por tanto, las amenazas y riesgos podían provenir tanto de grupos ubicados dentro de sus propias sociedades y acotamientos territoriales, como de otros miembros o unidades del propio sistema interestatal.
III. Redes y estructuras multinacionales
En los últimos años, la problemática tanto del Estado como de la seguridad nacional, ha sido objeto de un acrecentado interés analítico derivado de las transformaciones registradas en las formas de relación e intervención estatal, así como en sus dimensiones y funciones. Sin embargo, estos análisis han privilegiado ciertos aspectos de los procesos de reforma estatal, en particular los referentes a su tamaño y eficiencia, en detrimento de otros no menos significativos, como son los vínculos entre Estado y seguridad nacional, subestimando así una por demás importante dimensión del fenómeno, limitando con ello el marco interpretativo. –l00,0.

El renovado interés por el Estado, sus vínculos y modalidades de interacción con otras fuentes de poder social, las formas que asumen en determinados regímenes políticos y la influencia de éstas en sus respectivas dinámicas de funcionamiento, aparecen ahora para comprender importantes cambios –ya registrados, aún en marcha y por venir- en nuestras sociedades. En el caso particular de las relaciones entre Estado y seguridad nacional, se requiere de una reflexión más detenida sobre el proceso político que conduzca a la determinación de los fines e intereses nacionales, la creación dentro del aparato estatal de organismos responsabilizados de su resguardo, las funciones que estos cumplen y las tareas que les son asignadas.

Los esfuerzos por reinterpretar al Estado, sus funciones, específicamente las correspondientes a seguridad nacional, deben tomar en consideración sus transformaciones recientes, tan inéditas como insuficientemente entendidas, que van desde nuevas formas de interacción política, económica e incluso cultural, hasta innovaciones tecnológicas que impactan prácticamente todos los aspectos de la vida social. En un mundo en constante transformación y creciente complejidad, la determinación e interpretación de las funciones estatales, en particular de las correspondientes a los organismos responsables de la seguridad nacional, y sus interrelaciones quizá evolucionen de forma tan inevitable e impredecible como el cambio mundial mismo.
Por algún tiempo, la hipótesis de que el Estado dejaría de ser el actor principal del sistema internacional indujo un desplazamiento en el centro de atención analítica a favor de éste último, su dinámica e instituciones. La difusión ampliada y el incremento de la popularidad de la hipótesis de la abdicación del Estado-nación a favor de instituciones internacionales aún más abarcadoras y poderosas que, pretendidamente, asumirían con mayor solidez, efectividad y legitimidad tareas y funciones de aquel, propició que el interés analítico privilegiara la atención de procesos económicos, políticos y sociales, cuya dinámica de funcionamiento se ubica en el plano del sistema internacional, más allá de las fronteras de los estados nacionales.
Ciertamente un nuevo orden mundial está emergiendo. Pero en éste, el Estado nación no está desapareciendo, ni dejará de ser –todavía por mucho tiempo- el principal actor del sistema internacional. Si bien lo más probable es que el Estado nación vea pasar ante sí la revolución informática, con mucho aunque no pierda su centralidad, no será el mismo de antes. Será un Estado Nación profundamente cambiado, particularmente en áreas tales como las políticas fiscales, monetarias, de precios, de control internacional de los negocios, y también en materia de seguridad nacional.
Antes de estar desapareciendo, el Estado parece estar proyectando a nivel internacional distintos segmentos de sus partes funcionales. Una de ellas es, desde luego, la seguridad nacional. Desde tiempo atrás, la proyección conjunta en el plano internacional de ciertos segmentos funcionales de distintos estados nacionales, parece estar tejiendo una densa red de estructuras y relaciones encaminada hacia una especie de orden trans-estatal o trans-gubernamental. Por manera conjunta problemas cuya dinámica de funcionamiento, efectos y actores trascienden los dominios particulares cada Estado-nación. Típicamente, tales problemas van desde las crisis financieras hasta el crimen organizado, el narcotráfico, el lavado de dinero, el terrorismo, el deterioro ambiental, etc.
La referida proyección de distintas partes funcionales de los Estados nación hacia la arena internacional ha posibilitado el establecimiento de redes de instituciones que, si bien representan distintos intereses nacionales, comparten funciones y preocupaciones comunes. Basadas en la cooperación multinacional, esas redes de relaciones y estructuras internacionales, al fortalecer la capacidad estatal para encontrar e implantar soluciones a problemas compartidos –el deterioro del medio ambiente y el crimen organizado, por ejemplo-, se están convirtiendo en alternativas cada vez más efectivas y extendidas para reforzar tanto la gobernabilidad internacional como la seguridad de los estados nacionales.

Aviones de EU vigilan a México…¿y la soberanía?

A soberanía se le define como: “poder absoluto y perpetuo de una república”. Aquellos estados que son “soberanos”, no tienen la participación ni intervención  de otros países para tomar decisiones respecto de su seguridad, economía, política o de cualquier tema que competa a la agenda de gobierno.

En situación de desastre (como el terrible caso de Japón), es posible que organismos mundiales  se vean involucrados para apoyar –de buena voluntad-, en acciones que repercutan para el crecimiento y recuperación de la Nación afectada. La soberanía, empero, permanece intacta. Sin embargo, en una situación de conflicto y seguridad al interior de un país, ¿cómo debe participar la comunidad internacional, y qué tanta incursión debe permitir el pueblo perjudicado?

 A raíz de la famosa “guerra declarada en contra del crimen organizado”, sabemos que el gobierno de Felipe Calderón ha tenido importantes intercambios y negociaciones con el gobierno de Barack Obama; los tópicos de sus conversaciones, obviamente, no son de todos conocidos.  Dos años atrás han sido testigos de eventos relacionados con el tema: comités para la Seguridad Nacional; reuniones con “expertos” y “asesores” de diferentes temas que competen (y desembocan) en temas de seguridad; amenazas de “iniciativas de ley” para la legalización de drogas; visitas de Estado de representantes y gobernantes de Estados Unidos, que culminaron en la llamada: “Iniciativa Mérida”, de cuyas cláusulas no estamos del todo enterados.  Palabras han ido y venido,  sin que la sociedad civil tenga pleno conocimiento de lo que se está haciendo a favor o en contra de sus garantías.

El diario nos despertó no sólo con las imágenes de un Japón devastado y nuclearmente peligroso, también nos anunció que aviones espía del gobierno norteamericano están circulando por nuestro territorio nacional bajo la autorización y el respaldo del gobierno federal.  ¿El objetivo es proporcionar información a los órganos de inteligencia mexicanos, para  la adecuada localización de células criminales, o tenemos que pensar en que  pronto seremos un segundo Irak? ¿Qué tipo de convenios se firmaron? ¿Debemos esperar movimiento militar extranjero que afecte a México?

La reflexión queda en usted.

Incursionan en México aviones no tripulados de EU

Tomado de: eluniversal.com.mx

El diario New York Times informa que los sobrevuelos van contra narcotraficantes. Otro de lo acuerdos entre ambos países es la creación de un centro antinarcos

La cooperación militar entre Estados Unidos y México se ha profundizado con el sobrevuelo del territorio mexicano por aviones no tripulados estadounidenses como parte de un acuerdo de lucha contra el narcotráfico, informó hoy el New York Times.

Otro de los acuerdos es la creación de un centro de fusión «antinarcóticos» en México, en el que trabajarían conjuntamente las autoridades de los dos países.

El diario estadounidense señala que los vuelos de reconocimiento, en operación desde el pasado mes, buscan aportar más información a las autoridades mexicanas sobre la actuación y ubicación de las organizaciones narcotraficantes en México.

Según el diario, que cita a fuentes oficiales del Pentágono, aunque no da nombres, los vuelos del Departamento de Seguridad Nacional de EU son fruto de varios acuerdos bilaterales alcanzados tras la reunión sostenida por los presidentes de ambos países, Barack Obama y Felipe Calderón, en Washington el pasado 3 de marzo.

Gracias a estos vuelos se ha podido localizar a varios sospechosos vinculados con el asesinato del agente estadounidenses de Inmigración y Aduanas, Jaime Zapata, el pasado 15 de febrero, indicaron estas mismas fuentes.

Los vuelos son realizados por los aviones no tripulados Global Hawk, unos aparatos que vuelan a más de 10 mil metros de altitud y que no pueden ser vistos desde tierra, y tienen como objetivo localizar las redes de narcotraficantes mexicanos.

Este acuerdo entre México y EU se había mantenido en secreto debido a las restricciones legales en México y la sensibilidad política del tema respecto a cuestiones de soberanía.

EU teme liga de ‘Zetas’ y Al Qaeda

Tomado de: el universal.com.mx
WASHINGTON.- La secretaria de Seguridad Interna (DHS), Janet Napolitano, aseguró que Estados Unidos se encuentra listo para defenderse «vigorosamente» de la amenaza de los cárteles y reconoció que desde hace tiempo la administración ha contemplado la posibilidad de que la organización terrorista de Al Qaeda intente aprovecharse de las redes operativas del narcotráfico en México para atacar desde ahí territorio estadounidense.

«Desde hace mucho tiempo hemos pensado por anticipado qué pasaría si Al Qaeda se uniera con Los Zetas», dijo Napolitano al negarse a comentar más sobre este capítulo, que forma parte de los análisis de inteligencia, durante una audiencia pública ante el comité de seguridad interior de la Cámara de Representantes de ese país.

Durante su comparecencia, Napolitano aseguró que la administración de Barack Obama se mantiene «muy vigilante de la guerra al otro lado de la frontera», del «nivel sin precedentes de violencia atizada por la lucha de los cárteles por el control de territorio» y de los «crímenes terribles» que se han acumulado a lo largo de una cruzada que ha hermanado los esfuerzos de México y Estados Unidos.

«Estamos trabajando muy de cerca con el gobierno de (Felipe) Calderón y necesitamos estar al lado de México hasta el final de esta guerra», dijo Napolitano al reiterar así el apoyo de la administración Obama a una lucha que se ha cobrado más de 30 mil víctimas desde el inicio del actual sexenio.

«Nos mantenemos muy, muy vigilantes de esa guerra», dijo Napolitano en alusión a la posible expansión de la violencia al interior de EU, una posibilidad que animó a Napolitano a repetir una vez más la advertencia que lanzó hace apenas una semana desde El Paso, Texas, a los cárteles mexicanos.

«Ni se les ocurra traer esa guerra hacia Estados Unidos, porque se enfrentarán a una reacción aplastante», dijo la máxima responsable de seguridad interna al insistir en que el gobierno estadounidense cuenta con los recursos para garantizar la seguridad y para hacer de ciudades fronterizas como El Paso, Nogales o San Diego «las más seguras» en toda la nación.

Durante la intervención de Napolitano ante el comité de seguridad interna de la Cámara baja varios congresistas manifestaron a la responsable de seguridad interna su preocupación sobre la posibilidad de que organizaciones terroristas como Al Qaeda consigan infiltrarse dentro de los cárteles mexicanos para atacar a Estados Unidos.

«Sería preocupante que organizaciones terroristas se aprovecharan de las redes de los cárteles para tratar de exportar sus acciones», le dijo a Napolitano el congresista republicano por Texas, Blake Farenhold, para sumarse así a la lista de legisladores que ayer solicitaron un encuentro a puertas cerradas para analizar con la máxima responsable de seguridad interna los riesgos de una posible infiltración de los cárteles a manos de células terroristas.

Frontera no se sella, afirma

Napolitano fue interrogada sobre la posibilidad de que la Guardia Nacional extienda su permanencia en la frontera con México a partir de junio, cuando vence la fecha de su desplazamiento.

«Aún no tengo respuesta a esta interrogante, pero supongo que será una decisión que se tomará una vez que la Casa Blanca y el Departamento de Defensa analicen la situación», dijo Napolitano al insistir en la imposibilidad de sellar la frontera con México, como han exigido algunos republicanos.

Durante su intervención, Napolitano advirtió que la amenaza de terrorismo hoy es, de muchas formas, la más alta desde los ataques contra las Torres Gemelas de Nueva York el 11 de septiembre de 2001.

«Esta amenaza está evolucionando y […] no podemos garantizar que nunca habrá otro ataque terrorista y no podemos aislar a nuestro país bajo un domo de cristal», concluyó

Teme subsecretario de Defensa estadunidense que sea necesario enviar tropas a México

Tomado de: excelsior.com.mx

Al calificar la situación de México como uno de los «puntos ciegos» en la política exterior de Estados Unidos, el subsecretario de Defensa estadunidense Joseph W. Westphal, bosquejó a la delincuencia organizada como una «insurgencia que busca hacerse con el poder en México».

En declaraciones recogidas por el diario The Salt Lake Tribune Durante una conferencia a los alumnos de la Universidad de Utah, el funcionario fue cuestionado por un estudiante acerca de las omisiones en la agenda global de su país. Como respuesta, dijo estar preocupado por un escenario en el cual sea necesario desplegar al ejército estadunidense a lo largo de la frontera con nuestro país o, incluso, «a través de ella».

«Como ustedes saben, (la delincuencia) es una forma de insurgencia en México, con cárteles de la droga en nuestra frontera. Esto no es sólo acerca de drogas e inmigrantes ilegales, se trata, potencialmente, de la toma del gobierno por personas corruptas», explicó.

Agregó que no quería ver alguna vez una situación en la que los soldados estadunidenses tuvieran que ser enviados para luchar contra dicha insurgencia,  «en nuestra frontera, al violar nuestra constitución, o tener que enviarlos a través de la frontera».

Westphal es el segundo funcionario de más alto rango de Estados Unidos que compara públicamente la situación de México con una «insurgencia», luego de que la secretaria de Estado, Hillary Clinton, hiciera una evaluación igual en septiembre pasado.

Westphal se especializa en Ciencias Políticas, ha sido profesor en las universidades de Maine, Nueva York y Georgetown; sirve al ejército desde 1998 y ha sido asesor del Congreso y de diversos funcionarios del gabinete estadunidense. En 2008 se incorporó al gobierno de Barack Obama.

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